miércoles, 5 de junio de 2019

Así cambian las relaciones de pareja cuando se tiene un hijo

La llegada de un bebé supone la asunción de roles que generan nuevos sentimientos y emociones

La llegada de un bebé a casa supone un cambio radical en la vida de la pareja. Las noches en vela, el ritmo frenético del día a día y los cuidados del pequeño alteran hasta a los más enamorados y compenetrados. Durante las primeras semanas, la pareja asume un nuevo rol familiar y las prioridades cambian. Hay un nuevo miembro que necesita todas las atenciones veinticuatro horas, siete días a la semana. Unos cuidados y protección que asume en mayor medida la madre, quien se vuelca de forma natural en el recién nacido. Este cambio en el hogar puede crear un cierto distanciamiento de la pareja, que pasa a un segundo plano.

 Ana villaseca, fundadora de la compañíaAmarsupiel, explica que existen varias razones principales por las que una pareja cambia su relación por la llegada de un bebé:                                                       

Sentimientos de padre

—El padre se siente desplazado: la madre dedica todo su tiempo al cuidado del bebé, por lo que el padre percibe que ya no recibe la atención de su pareja como hasta entonces. Ana Villaseca explica que «el apoyo de la pareja es básico. En estos momentos tan delicados se debe formar equipo para que no surjan grietas entre los dos.Realizar las actividades cotidianas en compañía de la pareja es una de las mejores formas para fortalecer los lazos emocionales, por otro lado la comunicación y la organización en la casa es prioritaria. La madre debe estar centrada en el bebé y el padre ha de ocuparse de lo demás». Aún así, «es importante la comunicación, la flexibilidad por ambas partes y entender que se trata de una situación temporal en la que el sexo, las largas charlas y las sesiones de pareja se minimizan por un tiempo», asegura Villaseca.
—El padre alarga en ocasiones las jornadas de trabajo: tras la baja paternal, el padre vuelve a su ritmo de trabajo. Jornadas completas que no terminan en la oficina, sino que continúan a un ritmo frenético en casa. Baños, lavadoras, cenas, pijamas, recoger, limpiar… Esto hace que el nivel de estrés aumente todavía más y las posibilidades de discusión por cansancio y estrés se multipliquen. Ante ésta situación, muchos padres «alargan» las jornadas de trabajo para evitar las tensiones y las tareas extra en el entorno familiar. Para hacer éste trabajo más llevadero, Ana Villaseca recomienda, «mucho sentido de la responsabilidad, organización, reparto de tareas, rutina y mucho sentido del humor».



Situación para la madre:

—La madre se siente cansada: la última etapa del embarazo suele ser agotadora, a lo que se suma el esfuerzo del parto y la recuperación del postparto. Las noches dejan de ser jornadas de sueño continuado y descanso para convertirse en continuos despertares para atender al bebé. Además, debe realizar un esfuerzo extra para adaptarse a la situación y a los nuevos aprendizajes de la lactancia materna, los cambios de pañal, los baños, cuidados del cordón y un largo etc.
«La madre se prepara a nivel físico, psicológico y emocional durante al menos 9 meses para atender a su hijo. Se va creando un instinto, un vínculo único que provoca en la madre un súper poder instintivo con una alta capacidad para empatizar, atender y volcarse con el bebé aún a pesar de estar tremendamente agotada».
Esta situación, si no es bien llevada por la pareja, puede provocar provoca un distanciamiento entre ambos. El padre no puede dar el pecho, a veces ni se entera de los despertares nocturnos del hijo e, incluso, algunos duermen en otra habitación para poder descansar e ir a trabajar al día siguiente. «Como consecuencia, muchas mujeres sienten saturación ya que recae en ellas la mayor parte de la responsabilidad del cuidado del hijo. Si, además, la pareja colabora poco en la casa, la tensión y el agotamiento pueden generar conflictos. Los padres o familiares pueden servir de mucha ayuda si colaboran en tareas del hogar o dejan que la madre descanse un poco o pueda darse una ducha tranquila», añade Villaseca.
Soledad puesto que antes se criaba en tribu. Las hermanas, las abuelas eran parte activa de la crianza. Era lo natural. «Ahora no, las madres crían solas. Solas en casa, solas de paseo alejándose de las relaciones personales y profesionales generando, en muchos casos, sensación de soledad y frustración, algo que les cuesta expresar y por lo que sienten incomprensión por parte de la pareja.

Romper con la exigencia de ser una superwoman

Por suerte —considera Villaseca—, poco a poco se van generando cada vez más grupos de crianza, de lactancia en los centros de salud, actividades para aprender a dar masajes de bebés, matronatación…, que ayudan mucho a las madres a compartir sensaciones, vivencias y emociones con otras madres en la misma situación. «Además cada vez son más conscientes de que pedir ayuda no es malo y se puede delegar en la pareja, familiares y amigos rompiendo la autoexigencia de superwoman. De nuevo es importante comunicar y pedir lo que necesitas no sólo a la pareja sino al entorno».
—Falta de apoyo emocional por parte del marido: el cansancio, el baile de hormonas y la nueva responsabilidad que supone la llegada de un bebé, hacen que la mujer necesite cuidado, apoyo, comprensión y afecto. Es una etapa especialmente sensible para la mujer que ante el mínimo desajuste puede explotar cual bomba atómica con quien se le ponga delante.
El padre siente, percibe y tiene expectativas distintas. Lo ideal es la escucha activa, el apoyo, la sinceridad, la paciencia e interiorizar el concepto de equipo. Se trata de una etapa dura, una prueba de fuego para la pareja. Y es que la llegada de un bebé es sin duda motivo de alegría, pero también de una tremenda responsabilidad, cambio de ocio, rutinas y agotamiento. Para evitar que la relación de pareja se vea afectada de una forma negativa es necesario que se trabaje día a día el sentido de la responsabilidad, la comunicación fluida y la reorganización de las tareas.

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